La Cromatografía líquida, también conocida como Cromatografía de líquidos, es una técnica de separación y no debe
confundirse con una técnica cuantitativa o cualitativa de análisis. Es una de
las técnicas analíticas ampliamente utilizadas, la cual permite separar
físicamente los distintos componentes de una solución por la absorción
selectiva de los constituyentes de una mezcla. En toda cromatografía existe un contacto entre dos fases, una fija que
suele llamarse fase estacionaria, y una móvil (fase móvil) que fluye permanente
durante el análisis, y que en este caso es un líquido o mezcla de varios
líquidos. La fase estacionaria por su parte puede ser alúmina, sílice o resinas de intercambio iónico que se encuentran disponibles en el mercado. Los
intercambiadores iónicos son matrices sólidas que contienen sitios activos
(también llamados grupos ionogénicos) con carga electrostática (positiva o
negativa). De esta forma, la muestra queda retenida sobre el soporte sólido por
afinidad electrostática. Dependiendo de la relación carga/tamaño unos
constituyentes de la mezcla serán retenidos con mayor fuerza sobre el soporte
sólido que otros, lo que provocará su separación. Las sustancias que permanecen
más tiempo libres en la fase móvil, avanzan más rápidamente con el fluir de la
misma y las que quedan más unidas a la fase estacionaria o retenidas avanzan
menos y por tanto tardarán más en salir o fluir. Éste es el principio
fundamental de la cromatografía. Un ejemplo notable es la cromatografía de
intercambio iónico. Las columnas más utilizadas son las de sílice.
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